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La noche fue un desastre, como estaba previsto…

Al llegar a casa continuó el desastre, acrecentado por el cansancio y toda la resaca de emociones.

Ella no podía mas, cogió una bolsa, metió un par de camisetas, y cuatro cosas más, y se fue, no sin antes enviar un mensaje de móvil “Te espero, ya te enviaré la dirección y el número de habitación, si no vienes lo entenderé. Feliz 2012.”

La respuesta fue muy breve, un simple “si”

Así fue como se encontró el primer día del año en una habitación de hotel, sin saber muy bien que esperaba.

Se miraba una y otra vez en el espejo de la habitación. Se veía pálida, ojerosa, trágica, temblaba. Se quitó los vaqueros  y se volvió a mirar en ese espejo, un espejo de cuerpo entero, estrecho. Vislumbraba una silueta delgada, toda de negro, jersey de cuello alto, medias negras, giraba, giraba como una bailarina de ballet sobre sí misma.

A pesar de la delgadez, extrema para ella, jamás había estado tan delgada  y siempre le han gustado las curvas. Con todo ello la imagen que veía le gustaba. Siempre le habían apasionado las historias románticas del siglo XVIII, el “Morir de amor”, la palidez, la delgadez, el no poder estar con el ser amado, y sobre todo su estética.

Llaman a la puerta, tiembla y duda por unos segundos, todo su cuerpo se estremece.

Abre la puerta y ahí estaba él, una mano apoyada sobre el marco de la puerta, de medio lado, gafas de sol, fumando, apaga el cigarro con el píe.

Un solo hola y con un movimiento rápido la agarra por la cintura, la empuja hacia dentro y se besan con furia sin mediar palabra más que ese hola.

_¡ Estás preciosa!

-Si claro, seguro, responde ella.

-Deja que te mire, nunca había visto tus piernas. Quítate las medias.

Ella sin rechistar lo hace. Se queda con su jersey de cuello alto, negro, y su tanga también negro.

_”Eres preciosa, me encantas. Así tal como eres, sin artificios, sin maquillaje, sin nada que te camufle. No cambies”

_Ahora desnúdate.

_Lo haré, pero a mi manera. Respondió …