viernes, 3 de febrero de 2012

Bondage II


- Vamos, es nada mas que un juego de aprendizaje. Tu tienes algo de miedo, y yo te entiendo ... por eso quiero dejar todo en tus manos. Para que veas que no voy a hacerte ningún daño. - Dicho lo cual me dio las cuerdas y se arrodilló delante, mirándome a los ojos. Sostuve la mirada, mire a las cuerdas que sostenía, volví a mirarla. Y nos echamos a reír.

- Vamos, tonta ... ¿cuántas veces vas a tener una oportunidad como esta? Anda, átame ... y descúbreme como tu quieras. - Me dijo con un tono cautivador.

Mi mirar cambiaba por momentos de miedo a deseo. Tener una persona a mi merced, y mas otra mujer, se veía apetecible. Además este era otro de esas fantasías que alguna vez has tenido y que crees irrealizable. Anticipadamente empecé a disfrutar. La velada se volvía apasionante.

- ¿Y podré hacer contigo lo que desee? - pregunté en un tono zalamero.

- Claro, yo confío en ti. - Contestó. Yo que tu no lo haría.

- Vale ... date la vuelta.

Se dio la vuelta, aún de rodillas. A su vez, me arrodillé a su espalda, y desabroché los botones de la camisa de Eva, pues ya tenía ciertas ideas de lo que haría con ella. Y una de ellas es que estuviera desnuda, cosa difícil para quitarle la camisa cuando estuviera atada. Sin embargo traté, y conseguí, no tocarla aún, el contacto físico sería después, y más profundo. Además aún no las tenía todas conmigo, ella parecía tan segura y yo no. Así sus muñecas para ponerlas a la espalda y con pulso inseguro até sus muñecas.

- ¿Sabes una cosa?- rompí el silencio mientras completaba la operación - cuando niños, mi hermano y yo jugábamos a policías y ladrones. Y siempre, alguno de los dos terminaba atado por el otro. El me enseñó cómo debía atarlo para que no pudiera huir...
 -Reí con un tono un poco sádico, y completé- no creo que puedas desatarte demasiado fácil... a ver, inténtalo.

Lo intentó, pero lo que pasó fue que la cuerda se apretó más, es una de las técnicas aprendidas hace años. Como también que no se pudiera desatar por si sola. A partir de ahí cogí confianza, ella me había dejado al mando y yo mandaba, haría lo que quisiera. Me di la vuelta y me aleje un poco sonriendo para mirarla. Allí estaba Eva, arrodillada y atada. Y se la veía tan hermosa. Ataqué.

- Bueno ... ahora es el momento en que deseo descubrirte - Dije arrodillándome frente a ella. Extendí la mano derecha y con el dedo índice la acaricié. Las mejillas. Los labios. El cuello. Pasé la mano por los hombros, masajeándolos y acariciando a la vez. Se estremeció y miró con deseo sedienta de mí, devorándome con sus ojos, ello me atemorizó un poco, y cogiendo mi pañuelo del suelo donde estaba mi ropa, la vendé los ojos.

- Disculpa -aclaré- pero tu mirada me inhibe un poco.

Hecho esto, continué las caricias interrumpidas. Pero en vez de con las manos, con los labios. Así pasé por su mejilla, la frente, la nariz, hasta llegar a los labios para depositar un beso sentido, con toda la ternura que tenía en el momento, labio contra labio, sólo apoyados, roce leve de lengua. Las manos en la espalda, seguía acariciándola. Lentamente desabroché su corpiño, dejándole el torso desnudo, los pechos al aire. Se movió un poco e intuí que quería gozar completamente. Pasó la lengua por los labios como relamiéndose. Acaricié los labios con un dedo.

- Así me gusta... que te estés calladita y dejes que te explore... ya sabré agradecerte todo esto que estás haciendo por mí... si hablas, se acabará la magia y tendré que amordzarte .

Y era verdad, vivíamos un momento mágico incluso en el silencio cómplice. Allí estabamos las dos, gustándonos la una a la otra, Eva semidesnuda, arrodillada, con las manos atadas a la espalda y una venda en los ojos, era sólo sensaciones. Y yo, Ana, todavía vestida, con todo el tiempo del mundo, contemplando tanta hermosura, provocando, pero también sintiendo, un gozo especial. Dos personas y un solo deseo de gozar.

Recomencé las caricias, ahora acariciando sus senos, dibujando caprichosas figuras por su superficie, recorriendo los pezones, bajando las manos, recorriendo su estómago, ombligo ... Bajé un poco más, allí estaban aún sus bragas, escondiendo uno de los centros de gozo de Eva ... y mío. Un hueco con la mano y acaricié sus otros labios. Como ya suponía estaban húmedos. Eva echó hacia atrás su cabeza en un gemido desde lo hondo, dejándose llevar por mi caricia. Mis manos la recorrieron hacia arriba, en una caricia inversa a la anterior, hasta pararme en la boca, Eva pasó a la acción chupándome los dedos, uno a uno. La besé.

- Bueno, ven... vamos a estar más cómodas en la cama, ¿no? - dije ayudándola a levantarse.

La llevé al dormitorio y la acosté en la cama, boca arriba. Siguiendo el momento íntimo que vivíamos, repasé todo su cuerpo con la lengua, desde sus bien formados pies hasta sus apetecibles labios, pasando ligeramente por su sexo. Ahora quería gozar yo un poco y que ella actuase. En un momento me quité la camisa y la ropa interior. Como tenía atadas las manos, cogí sus hombros para que se incorporara, y al borde de la cama me fui moviendo enfrentando su cara con cada parte de mi cuerpo. De esa forma me fue besando la cara, los hombros, los senos, el estómago, ombligo, hasta llegar a mi sexo, en el que hundí su cara. Su lengua pasó a la acción.

Ya había cogido toda la confianza que faltaba al principio. Y más. Me comportaba como nunca, segura de mi misma y de ella, de lo que gozaría y la haría gozar. Casi una salvaje sexual. Separé su cara de mi sexo y volvimos a besarnos.

- Bueno... ¿ya estás preparada...? Desátame y comencemos... - Dijo retomando la idea básica del principio de relacionarnos "normalmente", es decir ambas totalmente disponibles de sus movimientos.

- Eva... ni sueñes que voy a desatarte ahora... este juego ya empezó a gustarme... - dije con una sonrisa que si me viera la calificaría de sádica. La acaricié el pelo.

Intentó responderme pero no la deje. Cuando se está besando no se puede hablar. La respuesta quedó en el aire vacío. La volví a acostar, le quité las bragas para después coger un tobillo, rodearlo por una cuerda y atarlo a una esquina de la cama. Me rogó que no la atara los pies pues no soportaría tener las piernas abiertas. No la hice caso, incluso cuando trató de esquivar mis manos. Quedó atada, con las piernas abiertas cada tobillo atado a una de las esquinas, tumbada boca arriba, las manos atadas a la espalda y los ojos vendados. Todo por una debilidad suya y obra mía, y que sacó de mi interior todo el sexo que tenía para ella. El momento seguía siendo mágico entre las dos, aún cuando ella estuviera atada y yo libre y dominando.

La contemplé un rato, sopesando como descubrirla mejor. Parecía que después de intentar que no le atara los pies se había calmado asumiendo el error de haberme dejado la iniciativa, cuyo desenlace, inesperado por ella, claro, estaba sufriendo. Tal vez se preguntara cuanto tiempo la tendría atada y que haría con ella, pero de momento se había quedado quieta.

- Bueno Eva, te tendré atada para mi gozo hasta que me canse - dije como para tantearla - no te había dicho por correo electrónico que otra de mis fantasías era hacer follar con una persona atada.

No dijo nada, no parecía demasiado cómoda pero tampoco preocupada, sólo se dejaba hacer.

Me tumbé sobre ella, oponiendo su desnudez a la mía en una caricia de todo es cuerpo. Así quedaron enfrentados mis senos con los suyos, hombro contra hombro, labios contra labios, todos, incluso abrí las piernas como las que ella tenía atadas. Incluso puse mis manos a la espalda, como para hacer un espejo completo. Al cabo empecé a moverme arriba y abajo, acariciando su cuerpo con el mío.

El contacto entre labios hizo que empezáramos a gemir de gozo, a la vez que me movía, y sentía que ella también se movía, iba pellizcando sus senos, jugando con los pezones, mordisqueándoles con los dientes, depositando besos allí donde se me ocurría. Eva respondía lanzando besos cuando sentía una parte de mi cuerpo junto a su boca. Alcanzamos un primer orgasmo a la vez.

- Anda, desátame - Pidió sin mucha convicción después de que descansáramos un momento después del primer orgasmo. Lo oí pero no lo creía, porque me pareció que le gustaba estar atada sometida a mis caricias.

- Ni lo sueñes, aún no he acabado contigo. Todavía me quedan algunas ideas para descubrirte - respondía con una risita a la que ella se unió de manera cómplice.

- A ver que es esto - Dije musitando las palabras mientras, sentada en la cama a su lado, me puse a jugar con su sexo en mis manos, recorriendo la separación entre labios arriba y abajo, separando los labios para encontrar su juguetito, estirándole, retorciéndole. Mientras tanto Eva se retorcía de gusto, gemía profundamente. Ahora jugaba con mi lengua en su sexo, humedad contra humedad. Hasta que al poco, Eva lanzó un gemido mayor. Tuvo el segundo orgasmo de la noche. Seguí jugando todavía un rato para prolongar su gozo.

- Eso ya lo conozco, a ver esto otro - y me puse a jugar con mi boca en sus senos, recorriendo cara aureola con la punta de la lengua, pellizcando los pezones con los labios y los dientes. A veces poseyendo todo un seno con la mano. O los dos. Acercándolos, separándolos, besándolos. Eva se retorcía de gusto, y gemía desde lo profundo de su cuerpo. Como no atacaba su sexo, aún con las piernas atadas separadamente, restregaba una con otra para estimularse. También notaba que sus manos atadas a su espalda, trataban de ayudas jugando con su culo.

Así estuvimos hasta que se arqueó más que antes, señal inequívoca, junto al grito que dio, de sentir un orgasmo. Me levanté y alejé de la cama contemplándola. Estaba preciosa tras el tercer orgasmo. Respiraba agitadamente y su pecho subía y bajaba de una forma graciosa, separando y acercando los senos al moverse.

- ¿Te ha gustado, Eva? - pregunté sabiendo la respuesta.

- Si, - jadeó - desátame para que te haga gozar tanto como tu a mi - volvió a pedir.

- Aún no - contesté - Además viéndote gozar, me das placer.

- Por lo menos quítame la venda de los ojos - suplicó.

- No, no - canturreé - estas muy hermosa así.

- Al menos deja que te toque.

- Eso si - pues se me había ocurrido otra postura pero esta vez para descubrirnos la una a la otra.

Me acerqué a la cama, la agarré por los hombros para incorporarla hasta sentarse. Me senté detrás de ella, pasando una pierna por cada lado. Sus manos a la espalda estaban a la altura de mi sexo, y en cuanto lo notó, tomó posesión de él. Yo pasé las manos a sus senos, en un abrazo por detrás, mientras la abrazaba, mi boca se perdía en su cuello.

Así abrazadas, me tumbé, con lo que Eva quedó encima de mí. Las manos atadas en mi sexo. Las manos libres jugando desde detrás, moviéndose arriba y abajo. Mis besos en su cuello y pelo. Así estuvimos un rato, descubriéndonos la una a la otra, gozando juntas. Yo excitadísima por tener a Eva así atada. Hasta llegar al gozo supremo, esta vez las dos.

- Ea, ya has gozado sola y hemos gozado las dos, ahora me toca gozar a mi sola de mi esclava - Dije con cierto tono sádico de ambiente. Dicho lo cual desaté sus pies. Observé que la cuerda se había clavado en la carne, y me entró cierta pena de ella, pero también excitación.

- Ahora la esclava Eva hará que su ama Ana lo pase bien - dije. La hice que se levantara de la cama y se arrodillara en el suelo. Con mis manos en su cabeza la acerqué a mi sexo húmedo. -Eva, chúpame hasta que me corra, no se te ocurra separar la cabeza - Ordené, y acto seguido, su lengua jugó con mis labios. Entrando y saliendo, arriba y abajo. Ayudé con las manos a separar los labios hasta que hizo suyo el botón que activa el mecanismo del placer, que subía en oleadas desde su lengua. Me corrí ampliamente. Cuando no pude más separé su cabeza.

- Lo has hecho muy bien, esclava.

- Gracias, ama Ana.

- Estoy cansada ya, vamos a dormir juntas.

- Desátame, anda - volvió a suplicar.

- No dormirás atada, pero voy a aflojarte los nudos. - Dije, y ayudándola a levantarse, la tumbé boca abajo en la cama. Deshice los nudos y como temía, de los movimientos que había hecho al gozar, la cuerda se había clavado. Masajeé las muñecas, pero volví a atarlas, eso sí, con un nudo más flojo, que mantuviera unidas sus manos, no se desatara fácilmente y no se apretara.

La volví boca arriba y até sus pies, esta vez juntos. Después le quité la venda.

- Tienes un cuerpo bonito - me dijo.

- Gracias, el tuyo no está mal - dije, y nos echamos a reír.

Me tumbé a su lado, nos dimos un beso, eché la sábana por las dos y apagué la luz. El amanecer nos cogió abrazadas

( Con gusto Clara, para ti  )

5 comentarios:

  1. interesante.
    muy interesante y erotico
    enhorabuena
    jcr7100

    ResponderEliminar
  2. Nena, te estás pasando...

    Cuídate

    ResponderEliminar
  3. pasando?
    ojalá se pasara conmigo
    jcr7100

    ResponderEliminar
  4. jajjajaja... yo digo lo mismo, pasando ??? ... llevo unos días un poco complicados, pero el próximo post será mejor ...

    ResponderEliminar
  5. te esperamos....(yo al menos)
    jcr7100

    ResponderEliminar